“Lo que te dolió en la infancia no nació en ti, se gestó en generaciones anteriores que no pudieron sanar sus propias heridas.”
Cuando hablamos de heridas de la niñez pensamos en abandono, rechazo, humillación, injusticia o traición. Pero lo que muchas personas aún no saben es que estas heridas no siempre tienen su origen en esta vida, ni en esta infancia. Muchas veces son herencias emocionales del árbol genealógico.
¿Qué es una herida de la niñez heredada?
Es un dolor emocional que experimentaste en tu infancia, pero que ya estaba codificado en tu clan familiar.
Por ejemplo:
Si tu mamá no fue amada por su mamá, puede que no haya podido amarte como necesitabas.
Si tu papá fue rechazado por su padre, quizá repitió el mismo patrón contigo.
Si tu abuela perdió un hijo, puede que tú hayas cargado ese duelo inconscientemente.
Esas heridas no comienzan contigo, pero terminan en ti… si eliges sanarlas.
El árbol guarda la raíz del dolor infantil
Cuando una herida se repite en varias generaciones, se convierte en un patrón. Y la infancia se convierte en el terreno donde ese patrón germina de nuevo.
En tu árbol puedes encontrar:
Abandonos repetidos por trabajo, migraciones o muertes.
Niños no reconocidos, rechazados o regalados.
Infancias marcadas por abuso, silencio o miedo.
Mujeres obligadas a ser madres muy jóvenes o que perdieron hijos.
¿Cómo identificar si tu herida es transgeneracional?
Pregúntate:
¿Esta herida me recuerda a algo que vivieron mamá, papá, abuelos?
¿Es una emoción que siento desde que tengo memoria?
¿Me cuesta sanarla, aunque haga terapia?
¿Siento que estoy cargando algo que no me pertenece del todo?
¿Cómo comenzar a sanar desde la raíz?
Haz tu árbol genealógico emocional: identifica qué heridas vivió cada miembro, si puedes.
Haz una carta de liberación por cada herida: “Esta herida no comenzó conmigo. Hoy elijo sanar y cerrar este ciclo.”
Trabaja con tu niña interior: haz ejercicios, meditaciones y rituales para abrazar y cuidar a tu versión infantil.
Consulta de sanación transgeneracional: este proceso te permitirá identificar desde qué generación viene la herida y cómo liberarla.
Conclusión: Sanar tu infancia es sanar tu linaje
La herida que sientes hoy puede haber sido una cadena que viene de lejos. Pero en ti está el poder de cortarla.
Cuando sanas tu niñez, también liberas a los que vinieron antes… y a los que vendrán después.